Tonterias en mi cabeza.
Las nubes pone un tono gris a la mañana, el aire frio sopla, las calles desiertas es un días con el mismo panorama. A paso firme desciende su mirada perdida, su vestido blanco se pega a su cuerpo por el efecto del aire, el cabello negro cubre sus hombros y el rostro. Piensa tantas cosas, nada coherente, incrédula sigue repitiéndose –No puede ser–
Desde hace treinta días atrás se levantaba más temprano de lo normal, se esmeraba en su arreglo personal, antes de salir de la habitación mirar su cuerpo delgado en el espejo y admira el traje Oxford, al dar los últimos toques a la corbata, mientras su rostro se iluminaba con una gran sonrisa.
Bajaba la escalera y se encuentra con ella, su rostro denotaba un gran tristeza, las ojeras hacen más profundos sus ojos negros que lo miraban estudiando cada movimiento que hace mientras desciende por la escalera –buenos días– dice él al momento que gira sin levantar la mirada, pasa junto a ella hasta llegara a la mesa, el desayuno esta puesto, se sienta y comienza a probarlo en seguida se levanta, la puerta se cierra detrás de él anunciando que ha ido como todas las mañanas.
-No puede ser, no puede ser,…- Espera que si lo repite todo el tiempo, se podrá hacer realidad y desaparecerá como un mal sueño, ¿hace cuanto lo sabe? Eso es irrelevante pero aun no lo cree, son tantas cosas piensa: las manchas en la ropa, su cambio de actitud, la indiferencia, la ausencia de caricias, todo pasa en su mente mientras sigue repitiendo la frase –No puede ser– Las noches en vela mientras guarda las horas de sueño de su marido la han ido convirtiendo en una mujer marchita, desgastada y sus ideas han dejado de ser claras.
Esta mañana se levando decidida a enfrentar toda la verdad, y mientras desciende, se repite –no puede ser– esperando no encontrárselo y confirmar todo. Una locura que ella misma se ha inventado, prefiere saber que está enferma a confirmar lo su realidad tormentosa.
La conoció, ¿Cómo, dónde, cuándo? Eso no importa, pero desde hace unos días ese lugar se ha convertido en su paraíso. Escucha la puerta cerrarse detrás de él y se siente libre respira profundo, admita la mañana gris, camina con una gran sonrisa que no puede ocultar, desde hace unos días él visita el paraíso, comienza a descender por la calle y su corazón late fuertemente.
La puerta blanca se pierde con tanta gente entrando y saliendo del lugar, el letrero rojo se ve difuso con la neblina que sea echado en el pueblo, cruza el lumbral y su felicidad es más grande el al fondo del pasillo en una pequeña habitación, esta ella tu tez blanca que al descubierto bajo el negligé y cabello rubio enmarca sus labios rojos y sus azules ojos decoran la gran sonrisa, él entra y a la habitación y con una gran pasión comienza a devorar la con besos, recorre su cuello, mientras sus manos se cuelgan de su cintura y su cuerpo, completo comienza a demostrar a cada movimientos su virilidad y necesidad de ella.
Lo vio entrar hace 20 minutos, paralizada de la impresión no ha podido mover ni un solo debo, solo se escucha su respiración y el bullicio de la gente entrando y saliendo de la puerta blanca, la neblina comienza a decorar con pequeñas gotas su cabello.
Cruza la calle temblado entre aventones y charlas a traviesa la puerta, la luz es tenue el pasillo muy estrecho, pasa la primer puerta, y solo ve al fondo una cama destendida, sigue avanzado, en el cuarto continuo ve una pareja entre risas, besos y caricias juegan en la cama, llora pues sabe que no es él pero sufre al saber que en la misma situación está. Apenas terminaba de entenderlo cuando la imagen la dejo paralizada.
Él se perdía en su cuerpo, disfrutaba tenerla enfrente penetrándola con fuerza, tomado de su cintura mientras sus pechos se movían en el aire, ella miraba sin creerlo y las lágrimas caían una a una por su rostro. Sin hacer un solo ruido, dio un paso atrás y salió corriendo del lugar….
Desde hace treinta días atrás se levantaba más temprano de lo normal, se esmeraba en su arreglo personal, antes de salir de la habitación mirar su cuerpo delgado en el espejo y admira el traje Oxford, al dar los últimos toques a la corbata, mientras su rostro se iluminaba con una gran sonrisa.
Bajaba la escalera y se encuentra con ella, su rostro denotaba un gran tristeza, las ojeras hacen más profundos sus ojos negros que lo miraban estudiando cada movimiento que hace mientras desciende por la escalera –buenos días– dice él al momento que gira sin levantar la mirada, pasa junto a ella hasta llegara a la mesa, el desayuno esta puesto, se sienta y comienza a probarlo en seguida se levanta, la puerta se cierra detrás de él anunciando que ha ido como todas las mañanas.
-No puede ser, no puede ser,…- Espera que si lo repite todo el tiempo, se podrá hacer realidad y desaparecerá como un mal sueño, ¿hace cuanto lo sabe? Eso es irrelevante pero aun no lo cree, son tantas cosas piensa: las manchas en la ropa, su cambio de actitud, la indiferencia, la ausencia de caricias, todo pasa en su mente mientras sigue repitiendo la frase –No puede ser– Las noches en vela mientras guarda las horas de sueño de su marido la han ido convirtiendo en una mujer marchita, desgastada y sus ideas han dejado de ser claras.
Esta mañana se levando decidida a enfrentar toda la verdad, y mientras desciende, se repite –no puede ser– esperando no encontrárselo y confirmar todo. Una locura que ella misma se ha inventado, prefiere saber que está enferma a confirmar lo su realidad tormentosa.
La conoció, ¿Cómo, dónde, cuándo? Eso no importa, pero desde hace unos días ese lugar se ha convertido en su paraíso. Escucha la puerta cerrarse detrás de él y se siente libre respira profundo, admita la mañana gris, camina con una gran sonrisa que no puede ocultar, desde hace unos días él visita el paraíso, comienza a descender por la calle y su corazón late fuertemente.
La puerta blanca se pierde con tanta gente entrando y saliendo del lugar, el letrero rojo se ve difuso con la neblina que sea echado en el pueblo, cruza el lumbral y su felicidad es más grande el al fondo del pasillo en una pequeña habitación, esta ella tu tez blanca que al descubierto bajo el negligé y cabello rubio enmarca sus labios rojos y sus azules ojos decoran la gran sonrisa, él entra y a la habitación y con una gran pasión comienza a devorar la con besos, recorre su cuello, mientras sus manos se cuelgan de su cintura y su cuerpo, completo comienza a demostrar a cada movimientos su virilidad y necesidad de ella.
Lo vio entrar hace 20 minutos, paralizada de la impresión no ha podido mover ni un solo debo, solo se escucha su respiración y el bullicio de la gente entrando y saliendo de la puerta blanca, la neblina comienza a decorar con pequeñas gotas su cabello.
Cruza la calle temblado entre aventones y charlas a traviesa la puerta, la luz es tenue el pasillo muy estrecho, pasa la primer puerta, y solo ve al fondo una cama destendida, sigue avanzado, en el cuarto continuo ve una pareja entre risas, besos y caricias juegan en la cama, llora pues sabe que no es él pero sufre al saber que en la misma situación está. Apenas terminaba de entenderlo cuando la imagen la dejo paralizada.
Él se perdía en su cuerpo, disfrutaba tenerla enfrente penetrándola con fuerza, tomado de su cintura mientras sus pechos se movían en el aire, ella miraba sin creerlo y las lágrimas caían una a una por su rostro. Sin hacer un solo ruido, dio un paso atrás y salió corriendo del lugar….
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