Verdadera pesadilla...

Con la visión nublada apenas distinguía las siluetas que conformaban la habitación, el sol radiante daba un aspecto lúgubre. Se incorporo y camino hacia la puerta, nunca había visto este sitio, giro y trato de distinguir algún rasgo familiar en la habitación, repaso palmo a palmo cada mueble, cada esquina, pero nada le permitía recordar quién era. Congelada sin poder moverse escucho unas pequeñas risas que la sacaron del trance, camino hacia el sonido de la habitación contigua. Las dos niñas jugaban en la cama, el cuarto tenía el mismo aspecto, una cama, un pequeño buro, muros grises y una bombilla en el alto del techo, era todo lo que había. Regreso sobre sus mismos pasos, seguía intentando recordar quién era, cuando vio una tercera habitación; se acerco poco a poco. Al fondo las mismas características en la cama un hombre sentado viendo al suelo su aspecto triste y desolador la dejos sin palabras, dio la vuelta y seguía haciendo la misma pregunta ¿Quién soy? Paso las horas contemplado la nada, observo salir al hombre de la habitación, lo vio regresar con una mochila, lo vio comer y escucho ruidos dentro de la habitación, ella permaneció sin decir palabra alguna, cuando escucho la voz de una niña decir –Tengo hambre– se levanto y busco en los cuartos, salió al pasillo y cayó en cuenta.. Solo en la habitación del hombre hay comida. Camino a paso corto, no sabía que decir, ¿cómo pedir la comida?, no sentía hambre pero las niñas esperaban que regresara con comida. Se quedo parada en la entrada del cuarto respiro profundo, ensayo en su cabeza varias formas de pedir comida e incluso de rogar por ella, cuando volvió a mirar se encontró con el hombre acostado en la cama dormido, la comida estaba sobre el buro, solo tomo dos pedazos de pan y dos piezas de pollo las llevo a las niñas y se sentó mientras ellas comían ahora las preguntas eran más ¿Quién es él? ¿Quiénes son ellas? ¿Quién soy yo? Se fue a la habitación contigua y se tiro en la cama. Los ruidos la despertaron, se incorporo y salió al pasillo, se sorprendió ver una mesa, llena de zapatos viejos de todos colores y tamaños, una mujer buscaba y por fin vio un rosto conocido sin pensarlo pregunto –¿Qué pasa?– la respuesta no era la que esperaba pero le dio más un esperanza y un nombre. –buenos días, nada tengo audiencia, me urge encontrar unos zapatos, el caso es difícil todas las pruebas están en tu contra, pero tengo una idea, buscare llevar a mis hijas a la casa, como un arresto domiciliario, y argumentare que es necesario que estés con ellas, eso me permitirá que no te quedes aquí y podamos llevar el proceso tranquilo. No tienes posibilidades de libertad, pero podremos alargar todo, en un dado caso hacer todo para que nunca termine y quedes en la casa sin tener que regresar aquí– En hombre entro y salió de la habitación realizo la misma rutina, las carcajadas de las niñas se escuchaban, el sol se colaba por la diminuta ventana … continuara.

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