Cuatro los que me han tocado el alma y se quedaron en ella.
Cuando lo conocí ya era grande los mejores años ya habían pasado pero él
estaba aún hermoso. El tiempo nos sorprendió y la vejez ocasionaba que su
lengua saliera de su boca ya sin diente alguno, se pegara a la banqueta
asustando a los transeúntes, que llamaban a la puerta avisando que el perro
estaba muerto, pero siempre se levantaba despegaba su lengua y entraba a la
casa. La muerte lo sorprendió en el patio una tarde fría no alcanzó a comer y
se quedó tranquilamente dormido.
Sus ojos grandes parecían de fuego en la noche escondidos tras su pelaje,
ladraba poco pero tenía un gran olfato y un pánico único a los cohetes, tenía
sus 15 o 16 años Su único placer era sentarse a disfrutar la noche y podía
quedarse inmóvil por horas. Al final de sus días ya no veía, no escuchaba sabía
que era hora de comer por su olfato, solo se quedó dormido, con la tranquilidad
posada en su rostro y nunca volvió abrir sus hermosos ojos.
Maslow era blanco desde que nació era diferente entres sus hermanos, no
jugaba y parecía ser el perro más serio que jamás se había visto, su nariz café
resaltaba en su rostro y su pelaje era hermoso y su caminar siempre elegante te
daba paz. Después de una fuerte infección en el estómago fue al dar al
veterinario, donde aprendió a comer carne cruda en la palma de mi mano, nunca
fue el mismo des pues de eso, se convirtió en el perro más fiel y apegado a mí
que cuando llegaba a cada no se despegaba
de mí una noche al llegar a cada lo encontré moribundo a punto de la
muerte, tras varias cosas que le dio mi marido, logro sobrevivir una horas
siendo la peor noche para ambos, le llore mucho y no podía creerlo, aun lo
recuerdo, aun me duele, no se fue solo pues Mona se fue con él.
Llego en su cajita perecía de juguete, pocas ocasiones se le oyó su ladrido
fino, que se perdía, fue muy maternal con los cachorros de casa, se convirtió en
su protectora del perro más grande, al cual lo domo tras varias peleas por el
dominio del patio. Hermosa elegante de pelaje esponjoso, era amorosa, tierna y
siempre acercaba a que le hicieras una caricia, la que agradecía con enormes
brincos, ella junto con Maslow murieron envenenados, cuando llegue a casa ella
ya estaba muerta, no me despedí, pero mi
consuelo es que sufrió menos que Maslow.
A los cuatro los recuerdo mucho, a veces los extraño, pero cuando los sueños
me quedo más tranquila.
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