aun no sé...
Había pasado tanto tiempo, cuando regreso a su realidad, el parpadeo de sus ojos le permitían reconocer donde estaba, pero al mismo tiempo intentaba identificar su cuerpo, cuando el recuerdo la volvió a consumirla.
La brecha por la que caminaba tenía un olor a tristeza, sus manos lastimadas tocaba para reconocer a cada paso que daba, solo podía escuchar su respiración que la asustaba, pues su corazón latía tan fuerte que tenía miedo que escapara de su pecho, instante después estaba de nuevo sentada en la banca parpadeado y reconociendo su cuerpo.
Giro su cabeza y ahí estaba el pequeño sabueso que se con sus ojos triste la miraba. Estiro la mano en señal de llamado, pero sus dedos entumidos apenas se movían. Su rostro marchito de tantas tristezas y su cuerpo cansado se negaban a dejar la banca, el sabueso le hacía caricias a sus mano, pero ella permanecía estática contemplando la tarde. Fue entonces cuando los recuerdos la invadieron.
Su sonrisa divino iluminaba todo, cuando él aparecía en sus días el universo tenía solo un nombre; su nombre. Sus ojos eran su paraíso y sus labios eran un oasis al desierto de sus días, caminar a su lado era recobrar vida y su mano; Su mano entre lazada a la suya eran un viaje cósmico del cual no quería regresar. Suspiro profundamente y se incorporo de la banca, dijo en voz fuerte –vamos a casa– Continuara…
La brecha por la que caminaba tenía un olor a tristeza, sus manos lastimadas tocaba para reconocer a cada paso que daba, solo podía escuchar su respiración que la asustaba, pues su corazón latía tan fuerte que tenía miedo que escapara de su pecho, instante después estaba de nuevo sentada en la banca parpadeado y reconociendo su cuerpo.
Giro su cabeza y ahí estaba el pequeño sabueso que se con sus ojos triste la miraba. Estiro la mano en señal de llamado, pero sus dedos entumidos apenas se movían. Su rostro marchito de tantas tristezas y su cuerpo cansado se negaban a dejar la banca, el sabueso le hacía caricias a sus mano, pero ella permanecía estática contemplando la tarde. Fue entonces cuando los recuerdos la invadieron.
Su sonrisa divino iluminaba todo, cuando él aparecía en sus días el universo tenía solo un nombre; su nombre. Sus ojos eran su paraíso y sus labios eran un oasis al desierto de sus días, caminar a su lado era recobrar vida y su mano; Su mano entre lazada a la suya eran un viaje cósmico del cual no quería regresar. Suspiro profundamente y se incorporo de la banca, dijo en voz fuerte –vamos a casa– Continuara…
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